¡Cumplo 40 y quiero compartir mi regalo con los que lo necesitan!

Antes de la fiesta, quiero contarte una historia. No es solo la mía, sino la de miles de personas que, como yo, un día decidieron dejarlo todo en busca de una vida mejor. Hace once años me mudé a Madrid. Lo hice por amor, por el deseo de construir algo nuevo, lejos de la incertidumbre y las limitaciones de mi tierra.

Recuerdo la mezcla de emoción y miedo que sentí al llegar. Todo era distinto: el idioma, el clima, las costumbres… y sin embargo, también había algo familiar, la humanidad de los españoles. Con el tiempo entendí que mi historia era una entre miles, y que muchos otros, desde distintos rincones de África, habían emprendido su propio viaje, siempre mucho más duro que el mío.

Muchos de ellos no tienen billetes de avión ni un destino claro. Se embarcan en cayucos precarios, sin saber nadar, impulsados solo por la fe y la necesidad. Cruzan el Mediterráneo con la esperanza de encontrar un lugar donde vivir en paz. Pero el mar, que debería unirnos, se convierte para muchos en su tumba silenciosa. Los que logran llegar a tierra firme no siempre encuentran la bienvenida que esperaban. Se enfrentan al racismo, la pobreza, la soledad y la falta de oportunidades. Aun así, resisten, porque el sueño de vivir con dignidad sigue siendo más fuerte que el miedo.

Por eso, antes de celebrar, quiero invitarte a transformar este momento en algo más grande que una fiesta. En lugar de traerme un regalo, te pido que hagas una contribución a los socorristas humanitarios de Open Arms, quienes arriesgan sus vidas para salvar a quienes el mar intenta arrebatar. Ellos son la mano tendida que muchos nunca encuentran.

Tu gesto, por pequeño que sea, puede salvar una vida.